MULTILOCALIDAD
Por: Javier Gustavo Pérez Mendieta – Unidad de Investigación y Políticas Municipales
El alcance del concepto
Las personas y las familias actúan en diferentes territorios: viven, comercializan, estudian o trabajan en diferentes lugares. Este fenómeno no es nuevo, pero su estudio, investigación y valoración es relativamente reciente. Como punto de partida para comprender la multilocalidad, es necesario diferenciarla de fenómenos, procesos y términos de alcances similares. La multilocalidad, de acuerdo a Greinke y Lange (2022), debería diferenciarse de los desplazamientos diarios (circulación) o de la reubicación (migración).
La circulación, de acuerdo a Perales et al (2021) identifica al movimiento pendular con fines recreativos, laborales, educativos, entre otros, particularmente como efecto de la metropolización de las ciudades, pero que son desplazamientos cotidianos de corta duración y sin cambio (o adición) de un lugar de residencia. La migración, por otra parte, es el cambio, no adición, del lugar de residencia.
La multilocalidad, habiéndose identificado como concepto diferente a la circulación o la migración, puede definirse como:
“Una forma de vida en la que una persona vive en dos o más lugares, con una residencia utilizada funcionalmente en cada uno. Se puede practicar de forma regular o irregular”[1] (Greinke y Lange 2002, citando a Rolshoven, 2006, p. 181).
“No solo implica movilidad, sino residencia, hogar y configuración familiar, se refiere a un fenómeno aún en construcción que engloba la actividad espacial de los individuos y sus grupos, no se trata de un fenómeno de ubicuidad, sino más bien de disposición de miembros de la familia en los distintos espacios, en distintos momentos, respondiendo la multilocalidad a una estrategia no individual, sino familiar”. (Perales et al, 2021).
“La multilocalidad también puede surgir cuando alguien visita un lugar distante con frecuencia, y en algún momento toma una residencia secundaria allí debido a la carga de los viajes de larga distancia”[2]. (Greinke y Lange, 2022).
En las definiciones citadas podemos advertir dos enfoques, aunque un similar alcance. El primer enfoque, de la investigación europea y sobre la base de estudios en Finlandia y Alemania, toma como sujeto a la persona considerada individualmente. El segundo, de estudios sobre la región andina, también habla del movimiento de personas, pero fundamentalmente de las familias.
Cielo y Vasquez (2010) describen el fenómeno de la multilocalidad y su funcionamiento y condiciones en la práctica de la realidad boliviana:
“Las ciudades bolivianas, entonces, se caracterizan por su multilocalidad; es decir, por los múltiples e importantes enlaces que residentes urbanos mantienen con familias y comunidades en otros lugares. El concepto de lo multilocal surge de estudios rurales recientes que describen nuevas formas de economía y organización social rural. La disminución de ingresos agrícolas les ha obligado a familias campesinas a involucrarse en múltiples actividades alternativas. La multilocalidad es un intento de mantener alguna medida de “capital” (tanto económico como social) en diferentes ámbitos en los cuales sus posiciones están sumamente inseguras”.
Aun siendo un concepto en construcción, la multilocalidad parece encontrar puntos de encuentro entre los autores. La diferenciación de la migración y de la circulación es importante y, en este sentido, considerar la doble o múltiple residencia resulta un criterio imprescindible en su definición. Por otra parte, en el término puede involucrase tanto a personas como a familia, en función del contexto y características propias de cada realidad, aunque con diferencias metodológicas importantes que en cada caso habrá que definir y explicitar. Finalmente, puede darse por diferentes motivaciones: trabajo, estudio u otro tipo de actividades.
Los orígenes históricos de la multilocalidad
Varios autores (Perales, 2021; Antequera, 2010; Jorgensen, 2010) coinciden en que la descripción y estudio inicial del fenómeno fue realizada por John Murra (1975) al describir la dinámica de control y aprovechamiento territorial de las poblaciones andinas que abarcan diferentes pisos ecológicos para obtener diferentes productos de consumo. El autor denominó a este proceso el “archipiélago vertical”. Esta situación, naturalmente, viene heredada de tiempos anteriores a la Colonia, en la que, por ejemplo, los incas mediante el Tahuantinsuyo dominaban diferentes pisos ecológicos.
Durante la colonia, a pesar de haberse establecido reducciones que pretendían obligar a la población indígena a vivir exclusivamente en asentamientos de reciente creación (Jorgensen, 2010), en realidad persistían migraciones internas como estrategia para eludir trabajos forzados y el pago de impuestos, además de desarrollar el comercio de maíz u hoja de coca, haciendo que el contacto con las comunidades de origen no se pierda (Perales et al, 2021).
Ya en la época republicana, existen algunos periodos de particular importancia en relación a la movilidad de las personas, por ejemplo, las medidas de ajuste estructural de 1985 y los años posteriores. Dolph (2010) describe este proceso en los siguientes términos:
“Las privatizaciones, los despedidos de miles de trabajadores, y la nueva ley agraria tuvieron un importante efecto en la urbanización boliviana. Vastos sectores de la población procuraban trabajo, pero con una nueva oligarquía de hacendados en el oriente del país, actividad agraria cada vez más orientada a la agroindustria y a la “capitalización”, obviamente incapaz de crear empleos. Miles de personas migraron a las ciudades, al Chapare (Cochabamba), a la emergente ciudad de El Alto y afuera del país para buscar empleo (Gill 1997; Mansilla 1996) (sic)”.
Desde este periodo con mayor intensidad, pero también desde antes como consecuencia del creciente proceso de urbanización en el país, las poblaciones rurales inician su estrategia de supervivencia migrando, una parte de las familias, a las ciudades en sus áreas periurbanas, manteniendo sus conexiones con sus comunidades de origen (Jorgensen, 2010).
Antequera (2010) describe como, incluso en este tiempo, los ayllus del norte de Potosí mantienen en cierta medida esta forma de control territorial:
“Los ayllus poseen tierras tanto en áreas de puna como en los valles, en los yungas, e incluso se reconoce un espacio intermedio, con lo que sigue viva la imagen del archipiélago territorial o la discontinuidad territorial (…) Es necesario recalcar que en ningún caso los campesinos controlan toda la variedad de pisos ecológicos, pero sí acceden a la mayor variedad posible, por lo cual muchos campesinos tienen doble domicilio: uno en el valle o en los nuevos asentamientos mencionados y otro en la puna. La explicación de la migración debe buscarse más bien en las oportunidades a futuro que ofrece la vida en las ciudades. Para las familias que tienen hijos pequeños, el factor que define el cambio de residencia es la educación”.
La situación actual
El proceso de urbanización de Bolivia, es decir, la creciente concentración poblacional en las ciudades del país, viene dada en buena medida por la migración campo ciudad, que es efecto de escasas oportunidades económicas en el área rural para los jóvenes, así como por la intención de que los jóvenes accedan a los estudios en las áreas urbanas y se vinculen a un mercado laboral más amplio.
En términos de Perales et al (2021) son las familias que, como una estrategia de supervivencia, se movilizan a sectores urbanos y particularmente periurbanos, sin perder los vínculos con la comunidad de origen. Antequera (2010) señala al respecto que: “De esta manera, una sola familia extendida, sin contar a los hermanos, los cuñados, etcétera, tiene acceso a una diversidad de espacios sociales, económicos y ecológicos. Podemos hablar así de un “control vertical de un máximo de pisos socioeconómicos” (además de ecológicos), que responde perfectamente a la antigua lógica andina del control vertical”.
La estrategia familiar, incluye tiempos y actividades diferentes: “El investigador Cristóbal Kay (2007) habla de la diversificación de los ingresos de los hogares campesinos, con miembros de sus familias trabajando en actividades como artesanías, microempresas manufactureras, comercio y turismo: “En la búsqueda del sustento de vida, un número creciente de pobladores rurales emprenden migraciones temporales o a más largo plazo a otras áreas rurales o hacia áreas urbanas” (Acción Andina, 2010, citando a Kay, 2007).
La relación del concepto de multilocalidad con la planificación y el censo
La migración es, por lo general, un fenómeno bastante estudiado en la planificación nacional y regional, pero la multilocalidad, comprendida en los términos descritos, no. Perales et al (2021) identifica que los indicadores de los censos que están relacionados con la movilidad de las personas está relacionados con la migración: “si bien tiene las ventajas de la posibilidad de comparación en el tiempo y lugar o lugares –ya sea dentro del país o comparándose con otros países de la región–, tiene como desventaja el hecho de que no capta la residencia múltiple, la doble residencia, es decir, la multilocalidad”.
En este punto se abre un nuevo elemento de reflexión: una relación cercana con la migración. Greinke y Lange (2022) sostienen que la multilocalidad es una estrategia que permite a las personas evitar una reubicación completa (migración). Por su parte, Perales et al (2021) sostienen que la multilocalidad en el caso boliviano puede entenderse como una migración estacional que considera fundamentalmente los ciclos agrarios.
En cualquier caso, estas características suponen retos y obstáculos para el levantamiento de información de los censos y para la misma planificación. Por ejemplo, “cuando se ejecutan programas o proyectos, la falta de pobladores que estaban consignados en el censo se trata de un factor de distorsión de procesos de planificación que perjudican la consecución del VAN (Valor Actual Neto) y el TIR (Tasa Interna de Retorno) inicialmente proyectados, colocando la ejecución de proyectos o programas en peligro de ser declarados inelegibles” (Perales et al, 2021).
Greinke y Lange (2022) advierten de una serie de efectos que tiene la multilocalidad en varios ámbitos relacionados con la prestación de bienes y servicios públicos:
- La provisión y mantenimiento de infraestructuras o la provisión de servicios de movilidad pueden verse afectadas por la ausencia de población o sobredemanda de bienes y servicios como consecuencia de la multilocalidad.
- La demanda de vivienda para cubrir la necesidad de la población que ingresa podría provocar una elevación de los precios, por una demanda mayor a la usual.
- Mayores volúmenes de tráfico vehicular y un consecuente incremento de la contaminación a raíz del incremento de la cantidad de personas en movimiento.
- Una demanda y un consumo más elevado de suelos en los territorios de las residencias secundarias, con múltiples efectos.
Las implicaciones de los efectos de la multilocalidad son diversos y profundos y representan retos importantes para la planificación, especialmente urbana. Al ser un concepto relativamente nuevo, resulta importante su estudio y la profundización respecto a configuraciones específicas, así como explorar el uso y tratamiento que se le daría a la información derivada en términos de políticas públicas.
Referencias bibliográficas
Acción Andina (2010). Los espacios múltiples de una comunidad periurbana. Migraciones, pluriactividad y desarrollo en Cochabamba, en ANTEQUERA DURÁN, Nelson y CIELO, Cristina (Coords.) Ciudad sin fronteras. Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia. Fundación PIEB.
ANTEQUERA DURÁN, Nelson (2010). Itinerarios urbanos. Continuidades y rupturas urbano rurales, en ANTEQUERA DURÁN, Nelson y CIELO, Cristina (Coords.) Ciudad sin fronteras. Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia. Fundación PIEB.
CIELO Cristina y VÁSQUEZ Francisco (2010). Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia, en ANTEQUERA DURÁN, Nelson y CIELO, Cristina (Coords.) Ciudad sin fronteras. Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia. Fundación PIEB.
DOLPH, Charles (2010). De la contradicción al continuum urbano rural. La urbanización, el legado colonial y la cultura de la democracia, en ANTEQUERA DURÁN, Nelson y CIELO, Cristina (Coords.) Ciudad sin fronteras. Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia. Fundación PIEB.
GREINKE, Lena y LANGE Linda (2022). Multi-locality in rural areas – an underestimated phenomenon. Regional Studies, Regional Science, 9:1, 67-81. Disponible en: https://doi.org/10.1080/21681376.2021.2025417
JORGENSEN Kaylen (2010). El “archipiélago vertical” andino. El control vertical de pisos ecológicos y dinámicas contemporáneas de migración, en ANTEQUERA DURÁN, Nelson y CIELO, Cristina (Coords.) Ciudad sin fronteras. Sobre la multilocalidad de lo urbano en Bolivia. Fundación PIEB.
PERALES MIRANDA, Víctor Hugo; PÁRRAGA GUACHALLA, Marcelo Gonzalo y USNAYO SIRPA, Jhosep Luis (2021). Censo en Bolivia: apuntes para la construcción de un indicador de multilocalidad. Temas Sociales 49. Disponible en: https://doi.org/10.53287/ksgu9047xj87r
[1] Traducción propia
[2] Traducción propia
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente una posición del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz.
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