CONSTRUYENDO LA CIUDAD. Orden control y jerarquización en el espacio urbano paceño a inicios del siglo XX.
Nadia Scarleth Guevara Ordoñez (2021)
Por: Paola Marcia Gutierrez Aliaga – Unidad de Análisis de Políticas
A lo largo del contenido de este libro Nadia Guevara describe las transformaciones de la ciudad de La Paz entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, y como a partir del crecimiento de las últimas décadas a particularizado el proceso urbano que ha permitido estas transformaciones. En este proceso Guevara indica que hitos históricos claves para entender la transformación de la ciudad; el cambio a sede de Gobierno y el gran crecimiento económico poblacional que ha permitido implantar el modelo de modernidad modificando en el espacio físico que para entonces era mayormente habitado por indígenas. Es así que las grandes obras de transformación urbana tanto de ingeniería como de arquitectura se implementan también como cuerpos desinsectadores de los diferentes espacios de la ciudad. El desarrollo se da como parte de un discurso parte de un modelo de ciudad con base en la civilización y la modernidad buscando incorporar a la población indígena en este proyecto. Este modelo piensa a sus “otros” como sujetos urbanos dóciles que puedan adaptarse tanto en lo económico, social y cultura pero manteniendo un espacio de diferencia que permite identificar a lo indígena desde sus costumbres lejos de lo establecido en esas nuevas formas de convivencia para entonces. En una contraparte, se encontraban a las élites que anhelaban alcanzar la modernidad basado en este discurso. Guevara identifica las mismas estrategias analizadas por Foucault en el surgimiento de la Biopolítica alrededor de la “peligrosidad” indígena. Esto llevo a un nuevo proyecto civilizatorio de división y jerarquización de la sociedad y se vería plasmado en el espacio en donde se daría lugar a la homogenización del mismo.
La mirada de Guevara adopta la propuesta teórica de los dispositivos de Foucault en donde las ciudades se perciben como espacios para el ejercicio del poder a través de espacios disciplinarios. Como dispositivos identificados, estos asumen una posición estratégica dominante desde el poder dependiendo del momento histórico, siendo también un factor que determina el espacio y en el cual se distinguen fenómenos sociales culturales etc, que generan ciertos cambios, sobre todo en las practicas que se realizan en el espacio. De esta manera, se indaga sobre aquellos procesos que se generaron a partir de la transformación de la ciudad de La Paz hacia un dispositivo paceño no solo desde la materialidad del espacio pero también de su capacidad de almacenar y transmitir. El espacio es un elemento central para generar distinciones, donde surge la espacialidad social urbana y el biopoder.
Por otro lado, se expone la rapidez que el proceso de trasformación a través de las representaciones espaciales de la cartografía correspondiente de fines del siglo XIX dándole una figura representativa al espacio urbano, esto permite percibir a la ciudad como un espacio de modelación donde se identifican lugares de relevancia, formas de ocupación y sobre todo la forma de expansión de la ciudad. Esto se percibe como operaciones en el espacio desde las prácticas urbanas. De aquí surgen las formas de regular el espacio, un ideal de planificación y un anhelo por el orden, por lo que se empiezan a implementar una serie de regulaciones que vendrían a restringir sobre todo la forma en como el comercio utilizaba el espacio junto con otras regulaciones respecto a la vestimenta que era aceptada en ciertos espacios de la ciudad. Esto permite el resurgimiento de micro físicas del poder para la implementación de técnicas disciplinarias que se fundamentan en su análisis focaultiano.
En su primer capítulo la ciudad como centro de construcción del otro, describe aquellas concepciones que la colonia deja sobre la división del espacio respecto a la organización y su carácter expansivo, dando paso a las categorías sociales que según la autora se tejen en 3 divisiones. Las ciudades blancas de donde parte la expansión del proyecto colonial lejos del espacio indígena, una segunda donde se desarrolla la urbe indiana y aquellas comunidades indígenas que se integran a la economía y el dominio español; un tercero que es el territorio selvático y desconocido.Del espacio vacío al orden
1. Del espacio vacío al orden
La incertidumbre de la exploración de un territorio desconocido permite que a la llegada a América, la cartografía desarrolle un papel fundamental para la interpretación del territorio y con ella también la segmentación de la población y el cambio de la forma de los asentamientos pre existentes y sobre todo la forma en cómo se reconoce al “otro” desde el proceso de conquista y coloniaje. Desde una perspectiva heredada europea, se implanta la idea de civilización que delimita el espacio de los españoles y el otro espacio percibido como vacío a pesar de las poblaciones existentes, lo que ha generado la percepción de fronteras y la construcción del otro.
2. El orden urbano y control colonial
Las diferentes ordenanzas y normativas del espacio urbano durante el año 1573 hacían énfasis en la distinción de la población que ocupaba el territorio, describiendo a la ciudad de los españoles como ordenada y controlada. Esto dio paso a la división espacial tanto al interno como al externo de la ciudad a través de las fronteras naturales. Sin embargo, dentro de la ciudad se consolida el centro del cual parte la expansión del proyecto colonial en donde los espacios “blancos” e indígenas se encontraban cara cara. La expansión urbana en La Paz no ha respondido al planteamiento que se proponía por anillos en el cual también se veían las distinciones sociales con base en la proximidad al centro y la plaza principal esto debido a las complejas condiciones geográficas lo que ha dificultado el asentamiento de la población. Es así que el lugar del “otro” está fuera de los límites del área que se desarrollaba como ciudad pero dependía de la población indígena, viviendo fuera de los muros o dentro en lugares privilegiados por las alianzas entre la nobleza, lo que alejaba a la ciudad colonial de sus ideales y el mismo proyecto de ser solamente Blanca o mestiza. De igual manera, esto puede verse en los espacios de encuentro entre lo indígena y lo blanco dentro de las mismas ciudades, como evidencia de la dependencia entre ambos sectores.
3. La ciudad del Choqueyapu
La razón del traslado de la ciudad, de donde fue fundada hacia el valle de Chuquiabo, fue por el mejor abrigo y el aprovisionamiento de agua y la leña, lo que determinó en ese entonces que el lugar más adecuado son los terrenos del cacique de Quirquincha, hoy conocido como el barrio de Churubamba, donde se estableció una plaza para los españoles y otra para los indígenas. Por un lado, se trazó un damero regular delimitando las vías y por el otro, a raíz de la accidentada geografía, las calles se establecieron a partir de las acequias que los indígenas utilizaban para el lavado de oro. Posteriormente la plaza de los españoles, a fin de garantizar una expansión más planificada, se traslada la plaza al lado opuesto del rio, esto permite el asentamiento de otros pueblos que posteriormente se consideraría parroquias de indios de donde nacen los barrios de San Sebastián y Santa Bárbara. Santiago pasa a ser determinado como barrio de indios, mientras que el resto fue separado de centro urbano y fuera de los muros delimitado por el Río Choqueyapu.
En el segundo capítulo describe la ciudad cerrada refiriéndose a las ciudades como espacios a la defensiva a partir del cerco de Katari a fines del siglo XVII y las confrontaciones resultantes de la guerra Federal en XIX. Esto permanecería en la memoria dejando un imaginario ligado a la territorialidad y la identidad en situaciones de conflicto, algo que compromete las relaciones entre las poblaciones a partir de percibir el peligro de ulteriores rebeliones indígenas. Por lo que los espacios externos y rurales serían entonces considerados vacíos de cultura y civilización, en atraso y llenos de barbarie.
1. Lógica militar
En la representación de la ciudad y sus límites se muestra como primer documento de representación “el cerco de Katari” elaborado por Olivres en 1888 donde se reflejan no solo la espacialidad y la fragmentación del espacio pero también una carga de conocimiento respecto al momento histórico, la organización del espacio y el dispositivo de poder que transmite como instrumento cartográfico. A partir de esto, las múltiples representaciones del espacio que se explican a lo largo del texto explican los procesos de expansión de la tierra como propiedad y la transformación de los límites enfatizando el núcleo de la ciudad. Se explica también como al superar la dualidad de los territorios indígenas se convierten en parroquias, esto permite que la expansión alrededor del núcleo pueda transformar esos alrededores en espacios para el uso residencial e insertarse a la misma economía. De esa manera, en los siguientes documentos ya figuran los barrios indígenas tomando como punto de referencia y de lógica urbanística a las iglesias que serán también considerados como elementos ordenadores de la población. Posterior a esto, a fines del siglo XIX la ciudad es amurallada con acceso en los principales puentes, y se acentúan las diferencias entre lo que se encuentra dentro y lo de afuera. Las puertas en este sentido, obtienen una gran carga simbólica ya que son un elemento tanto de control como de tránsito y las acciones que surgen de la diferenciación de dentro y fuera. Así, también cobran relevancia los ríos que estructuran el crecimiento urbano de ese entonces y los elementos arquitectónicos como puentes y puertas, pero dentro de lo más relevante destaca cómo la topografía se vuelve un dispositivo como lo denomina Foucault tanto de conocimiento como de administración, determinante de comportamiento y que son capaces de generar cambio. Biologismo y “modernidad”
2. Biologismo y “modernidad”
La autora define al biologismo como “una serie de teorías e interpretaciones científicas que se configuran como ideología”, y menciona que Foucault señala que las características biológicas desde el siglo XIX se vuelven un objeto de gestión económica, de la cual surge el dispositivo como forma de intervención del estado sobre la población a través de la biopolítica que, ligada a los procesos de urbanización, industrialización y crecimiento económico definiría este dispositivo sobre la población en función hacia el crecimiento económico. En Bolivia, esto se evidencia a fines del siglo XX posterior a la Guerra Federal cuando surge la necesidad de incorporar la población y el espacio indígena en favor del crecimiento económico, lo que marco un proceso particular con ideas entorno al biologismo y la modernidad, con ella el eurocentrismo que acentúa la división racial del mundo y fortalece el vínculo entre colonialismo y modernidad, además de establecer la imagen de una Europa autogenerada. De hecho, explica que el interés por la exploración no apuntaba al conocimiento de otras culturas o geografías sino más bien significaba un instrumento de poder que buscaba la “universalidad” a razón de justificar la explotación y utilización del resto del mundo. Todo lo que se conocía respecto a la geografía fauna y flora seria estudiado en comparación con lo europeo. En Bolivia, la modernidad asciende al plano territorial y corriente liberal en La Paz insiste en la desaparición de tierras de la comunidad a modo de impulsar la política económica liberal, esto permitió incorporar a la población indígena al mercado laboral como mano de obra asalariada.
3. Mohoza y el espacio del otro
Los años 1898 y 1899 estuvieron marcados por el proceso de Mohoza, en la cual se liberaba una batalla también en torno a la tenencia de tierras y la expansión de haciendas sobre tierras indígenas liderada por Zárate Villca. Esta situación ha desatado una serie de hechos violentos en la cual los indígenas han sido protagonistas fracturándose los vínculos que se tenían con los liberales. Esto dio paso a establecer el discurso sobre la “barbarie indígena” y profundizo aún más en la guerra de razas generando miedo y desprecio por parte de las élites dominantes. A partir de esta situación el “otro” indígena es caracterizado como potencialmente peligroso reduciendo su participación de la población indígena en los proyectos políticos y de esa forma disminuyendo su reconocimiento como ciudadanos. La visión de estos sucesos deja marcado el imaginario de la población como resultado de la confrontación.
4. La Biopolítica boliviana
El ingreso en la economía mundial de país hizo repensar en la necesidad de asumir la “habilitación” de la población indígena en función de “mejorarla” para hacerla más saludable, una de las alternativas consideradas en ese tiempo fue la eugenesia, que a través de la bio política y el bio poder lograron entrar a la política y la forma en cómo se controlan ciertos sectores de la población en función del ejercicio de poder de las élites “blancas”, para actuar sobre los cuerpos y recomponer la sociedad a partir de mecanismos médicos y salubres. En este escenario los indígenas y los mestizos se encontraban en una categoría no apta para la sociedad. La autora también considera cómo el ambiente influía sobre lo biológico y expone la capacidad del “Hombre Andino” de adaptarse y dominar su entorno, así expone también los procesos de degeneración desde el consumo de chicha y coca, suponiendo que tendría que ver con la “barbarie” indígena que incentivó a los levantamientos aymaras a fines el siglo XIX, demostrando la herencia de la colonia y el inicio de la República al identificar a la población indígena como sinónimo de atraso, y a la vez como un obstáculo que permitiría consolidar el proyecto nación y el crecimiento económico. Sin embargo, la élite boliviana estaba consiente que no podría lograr el crecimiento económico sin la mano de obra indígena, lo que los llevo a alterar las condiciones socio estructurales y culturales para lograr homogeneizar e higienizar a la población. Al mismo tiempo se evidencia la tutela del entorno indígena, de esa forma mantenerlos alejados de la toma de decisiones y la vida política. Por otro lado, también nace la revalorización de lo indígena encaminando ciertos cambios estructurales y políticos.
No es hasta las primeras décadas del siglo XX que el proceso urbano avanza de forma acelerada para dar paso al discurso de formación nacional y el indigenismo hasta unos 30 años después, que se abriría la participación política para la población indígena.
En el tercer capítulo en La ciudad se abre, expone el proceso de “apertura” del espacio urbano a inicios del siglo XIX con base en la expansión urbana y las grandes intervenciones a partir de los proyectos que lo permiten. A medida que surgen nuevas clases urbanas, La Paz se convierte en “la capital financiera y comercial”, la población se incrementò y surge una clase que apuesta por la producción agrícola comprometiendo las tierras de comunidad. En vista de esto, la población indígena sede al modelo de ciudadanía en función de proteger sus tierras pero de todas formas surgen conflictos que impiden el desarrollo en general sin embargo, prevalece el crecimiento poblacional y con ella la relevancia política del territorio.
1. La conexión de la ciudad y el área rural
El espacio rural recobra importancia como elemento a ser incorporado al relato de la modernidad y progreso, pasando a ser parte de los proyectos urbanísticos y de control. El ferrocarril trajo consigo las posibilidades de la incorporación tecnológica con la exportación de materia prima y el desarrollo de la comunicación en el territorio, algo que incidiría en las formas de la tenencia de tierras, formas de producción y el proceder de los habitantes entorno a las posibilidades de exportación; lo mismo sucede con la dependencia de la hacienda para el desarrollo urbanístico, de esta forma ya no se podría concebir a la ciudad de La Paz en dos espacios debido a la dinámica de movimiento poblacional entre los mismos. A partir de la comunicación se consolidaría el poder de las ciudades sobre las áreas recientemente conectadas y a consolidar el proyecto de modernidad al que se apuntaba en esos años.
Desde la entrada del ferrocarril se reducen las distancias y se disminuyen las barreras entre lo rural y lo urbano en la ciudad, dicha entrada también permite la construcción de grandes obras como el embovedado del río Choqueyapu y la implementación del tranvía, algo que marcaría la lógica de la distancia – tiempo – separación de ese entonces. Posterior a esto se marca la conformación de la metrópoli moderna al crearse nuevos barrios como Sopocachi y Miraflores, dando paso a grandes calles y paseos que quitan relevancia la plaza central colonial, esto también se debe al crecimiento poblacional y económico que caracterizaba este tiempo. De esta manera, la construcción de la estación de ferrocarriles Guaqui – La Paz marcaría un hito importante como símbolo de progreso, al igual que la urbanización hacia el norte de La Paz, posterior a esto el hierro y los demás materiales dieron paso a grandes infraestructuras icónicas de la ciudad de La Paz como el edificio Alameda entre otras que han cambiado la tipología arquitectónica en el paisaje urbano paceño.
2. La ampliación y apertura del espacio urbano
Para 1902, la ciudad habría dejado de entenderse como dos espacios, ya que el espacio intramuros era superior a lo que se encontraba dentro, así lo representa un plano de la ciudad de 1903 que muestra las extensiones hacia los nuevos barrios y la trasformación del territorio en función a la expansión debido al crecimiento poblacional. A partir del desarrollo económico se han adoptado ideas sobre urbanismo y progreso marcando la reconfiguración del espacio urbano de la ciudad de La Paz. De la mano de estas trasformaciones también se ha dado la reorganización de los entonces recientes asentamientos y los diferentes barrios que conformarían la ciudad, así como la nominación de las calles sobre todo en las agrupaciones de los barrios indígenas, en donde la idea de imposición de la modernidad sobre los espacios impuso también una numeración precisa y la nominación de personajes criollos. De esta manera se ha incorporado los espacios indígenas a la expansión de la ciudad. También se aplicaba una lógica para el pago de impuestos a partir de la unidad de manzanas tributarias que estaba distinguida de las parroquias indígenas atribuidas según el rubro al que respondían a excepción de dos parroquias, San Pedro y San Sebastián, que estaban dentro de la lógica admirativa urbana. Posteriormente, se aplican mecanismos de ampliación del espacio urbano, lo que daría paso a la necesidad de considerar en esto las dinámicas de crecimiento poblacional tomando en cuenta los perímetros y como se re configuran en función a la población y con ella también la necesidad de ampliar la red de servicios públicos, a su vez la necesidad de una mayor derogación e impuestos. Un cambio significativo fue que los propietarios eran quienes delimitaban las calles hasta 1874, cuando el municipio da un paso inicial hacia la planificación urbana en donde se inscriben las delimitaciones de las propiedades y las construcciones. Posteriormente, Emilio Villanueva y Julio Mariaca fueron quienes impulsaron el proceso de planificación urbana y arquitectónica bajo criterios europeos que se pueden evidenciar en los paseos, jardines y la misma arquitectura.
3. La ciudad de los puentes y la Gran Avenida
Ya se había mencionado como los elementos arquitectónicos en este caso, los puentes figuraban como elementos estratégicos de apertura o cierre como medida de control y disciplinamiento, para diferenciar la ciudad blanca de lo que esta fuera de ella. Al margen de las distinciones son elementos que han permitido el flujo de población y permitían las dinámicas de comunicación sin perder las distinciones del espacio. Así mismo el axis que menciona la autora, hace referencia no solo a las formas de expansión sino también a las formas de conexión que tiene una carga simbólica y de poder social como de domino del espacio. Esto daría paso a evidenciar como la traza urbana que se ha desarrollado en este axis tiene efectos sociales y permite también marcar nuevos espacios urbanos donde la población extiende sus actividades, expandiendo el radio urbano y con ella la necesidad de movilidad y control del crecimiento urbano. Es así que la gran avenida La Paz en ese entonces se vuelve un importante hito de apertura del espacio urbano.
Para esto puede verse que el crecimiento urbano de la ciudad de La Paz a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX aun dependía de puentes, la remodelación y mantenimiento que permitían el crecimiento de la ciudad. En ese entonces, había 21 puentes y 8 se encontraban sobre el Río Choqueyapu, lo que confirma de igual manera la axialidad en la cual se ha desarrollado el crecimiento tanto al norte como al sur de la cuidad y la dinámica urbana de la ciudad. Gran parte de los presupuestos de inversión pública iba dirigido a la refacción de puentes, su relevancia hizo que el cemento romano llegue a la ciudad, material que hoy se conoce como cemento Portland. Este material ha aportado ampliamente al desarrollo urbano y de las obras públicas cambiando la topología de las ciudades, lo que también ha permitido que la arquitectura alcance alturas que han ido cambiando el paisaje urbano. Para el año 1915 un informe sobre la inversión en refacciones de obras públicas indica la relevancia de los puentes habiendo 38 comunales, 3 fiscales, 3 ferroviarios y 4 particulares resaltando la topografía del suelo y su importancia para la movilidad y el transito paceño a medida que la ciudad crecía sobre todo a lo largo del Rio Choqueyapu, convirtiéndose en un referente natural de crecimiento y al mismo tiempo en una centralidad, esto también aporto a que desaparezca la dicotomía espacial entre lo blanco y lo indígena. Posteriormente, a partir de 1912 se empieza a proyectar la gran avenida que cubriría el rio Choqueyapu, justificado el crecimiento de la población y el crecimiento económico. Como elemento urbano aportaría al desarrollo económico facilitando el movimiento de personas y motorizados para el intercambio comercial, así como la implementación de líneas férreas.
En el cuarto capítulo sobre Higiene, Salubridad y Orden, a raíz del crecimiento de la población y la aglomeración que esto conlleva se exponen políticas sobre el higienismo y el control de los espacios que se habrían implementado permitiendo una nueva forma de división social, pasando a ser la ciudad un objeto de medicalización aplicadas tanto en la infraestructura como en el control de la población.
1. El dispositivo higiénico en la ciudad de La Paz
El crecimiento de la población necesitaba la intervención directa del estado para responder a la creciente expansión urbana, primero por las condiciones de salud e higiene para garantizar la modelo económico de ese momento, segundo por el necesario surgimiento de la policía como mecanismo de control y vigilancia respecto a lo que ya se había establecido en la historia desde el miedo a la insurrecciones indígena. Este proceso se enfocó en priorizar la salud pública enfocada en el desarrollo a través de la tecnología. El fin de este proceso era incorporar a la población de origen indígena al aparato productivo como sujeto urbano disciplinado. Los proyectos urbanos apuntaban justamente a la necesidad de una ciudad higienizada y controlada, a esto se sumó la legislación respecto al comportamiento de las personas en el espacio urbano y su ordenamiento tomando encuentra también su percepción del mismo en torno a la higiene y los dictámenes morales de la salud. La salud pública pasa a ser una competencia del Estado dependiendo del Gobierno nacional pero manteniendo la coordinación de cada departamento y ellos con la coordinación sanitaria a nivel local. El control de espacio tanto para la seguridad, la sanidad y las formas de comportamiento se ha visto particularmente en las chicherías, percibidas como lugares de vagancia y perdición así como un riesgo por la forma poco controlada de la elaboración del producto. Particularmente, la chicha esta descrita como elemento de degeneración, algo que junto a la coca en esa época se consideraba que habrían sido parte de los causantes de la Guerra federal y la rebelión de las tropas de Zarate Willka.
2. El agua potable y alcantarillado
Ambas obras se habrían construido de forma paralela en función de higienizar la cuidad y mejorar la transitabilidad en la ciudad aprovechando, la buena calidad del agua por los tantos ríos y vertientes que conforman la ciudad, pero que estaban siendo contaminados. Para 1902 la distribución de agua se realizaba por pilas públicas que de todas formas se llegaban a desperdiciar por la falta de control del mismo. A pesar de que un tercio de la población ya contaba con pilas particulares en su domicilio, la necesidad de un sistema de agua potable y alcantarillado era esencial para resolver los problemas sanitarios y de higiene de la ciudad, también se apuntaba a desarrollar el proyecto urbano moderno de la ciudad, a pesar de que esto tomaría varios años y pasaría por una importante re configuración de la cuidad. Para el 1916 se elabora un estudio que evaluó la problemática del saneamiento de la ciudad en el que se plantea que, el uso exclusivo para consumo de las aguas de vertiente provienen de Milluni. A pesar de que el proyecto se concreta y se vuelve una de las fuentes más importantes de la ciudad corta con la vocación agrícola de las laderas, por otro lado, se plantea para entones que se distribuya en una red de pilas públicas a lo largo de la cuidad sobre todo en las áreas de mayor expansión.
Posterior a eso, en 1919 el proyecto para la construcción de la Gran avenida se vuelve más relevante y con ello el embovedado del Río Choqueyapu, trayendo grandes cambios en la ciudad, para lo que las redes de alcantarillado y la distribución de agua se expendería hacia los nuevos barrios urbanizados, alrededor de la plaza Alonso de Mendoza y de la avenida 6 de agosto. También se daría el cambio al uso de cañería de acero para la red de distribución de agua, permitiendo aplicarse los planes de alcantarillado y agua potable. Un cambio importante en la transformación del uso de suelo fue la prohibición del uso de las acequias lo que habría expulsado la practica agrícola del entorno urbano dando lugar a la construcción de infraestructura urbana.
3. El espacio y salubridad
El espacio de uso cotidiano también entra en los ejercicios de higienización desde la búsqueda de orden y limpieza del espacio público y las edificaciones. Para empezar la delimitación entre lo público y lo privado ya que en ese entonces, las prácticas cotidianas del hogar se extendía hacia lo público, a medida que la difícil tarea del reordenamiento entre ambos espacios, se aplica una lógica higiénica a las viviendas a partir de cuerpos desinsectadores en el año 1900, que consistía en desinfectar casas donde se hubiesen registrado enfermedades infecciosas propias de la época. Sin embargo, esto no llegaba a los barrios indígenas lo que significaba un problema al no contar con una acción directa. Para entonces, a partir del proyecto de la ciudad moderna se han implementado normas de control dentro de los hogares paceños, buscando disciplinar de alguna forma desde el núcleo del hogar. Así también estas ordenanzas indicaban la división de los espacios internos de la casa, la inclusión de baños y fuentes de agua, especificaciones sobre la ventilación y el ingreso de aire para prevenir enfermedades, etc. De esta manera, se vieron afectadas las costumbres y la forma de vida de ese entonces, sobre todo en los barrios populares. Es así que el proyecto civilizatorio inicia a generar normativas en el espacio urbano y también al interior de la vivienda. En 1919 se inician a redactar las primeras normativas en cuanto a la edificación, las demoliciones y otras actividades que tienen que ver con los espacios destinados al uso habitable dentro del radio urbano lo mismo sucede para las vías y la dimensión de las calles. Para 1923 se genera un plano que delimita el radio urbano y con esta base se planificaría la extensión de las nuevas áreas de urbanización y los servicios. Así mismo se abre la posibilidad de cobrar impuestos sobre el catastro de las nuevas zonas incluidas en el plan y así generar control sobre lo que se estaba edificando. También se vio el cambio de material en las construcciones, el uso de ladrillo y hierro como parte de la modernidad que reflejaban en cuanto progreso, seguridad e higiene. Los reglamentos también se extendieron a la restricción del uso del adobe (solo se permitía en las periferias y en los barrios no urbanizados) y hasta cierta altura. De esta manera, el paisaje urbano fue cambiando a medida que se adoptaban materiales distintos a la construcción.
En el quinto capítulo Orden, Control y Jerarquización se describen las diferencias en el espacio urbano a partir de la vestimenta, el surgimiento de nuevos barrios y un aparente abandono del centro. La transformación física de la ciudad a través de la llegada de la tecnología también influyo en la transformación de sus habitantes, a partir de esto la modernidad por parte de las elites dominantes sería el factor fundamental que pretendía ordenar el espacio y la población.
1. Orden y control del espacio urbano
El ordenamiento del espacio en ese entonces, parte de garantizar la salud pública y la higiene, los mercados se llegan a consideran como un elemento ordenador del espacio. El primero en construirse fue el de San Francisco controlado por la municipalidad y la policía en cuanto a la recaudación de patentes y la estricta limitación a la venta de alimentos. A este espacio se le dio un carácter comercial específico y adopta un carácter neurálgico de la ciudad. De aquí surge un personaje relevante conocido como “Chiflera”, debido al conocimiento del funcionamiento de la economía, así como el conocimiento medicinal siendo sujetos portadores de cultura y saberes ancestrales como parte del sector popular artesanal, algo que no iba de la mano con la lógica moderna. Esta actividad sería considerada como una cuestión de brujería en donde el choque del conocimiento ancestral y la modernidad inciden en las prácticas del espacio urbano configurándolo de manera física y simbólica, asignándoles lugares en donde regía el control y la prohibición de estas prácticas. Esto también ayudó a que estas prácticas ganen un lugar desde el proyecto moderno y se mantengan vigentes hasta hoy.
2. Homogenización y vestimenta
A medida que el abandono de las tierras comunitarias generaba mayor migración de la población indígena hacia la ciudad, se generaban más mecanismos de control para ciertos espacios públicos. La vestimenta significó un elemento de identificación, de transformación y de homogenización para las personas. A pesar que esto acortaba las distancias culturales económicas y sociales, la permanencia de la vestimenta ancestral en el área urbana demostraba una identificación territorial configurando el espacio y el performance de las personas.
En el siglo XVII en La Paz, la corona habría prohibido el uso de la vestimenta española a los indígenas, esta vestimenta se podía portar solo con su permiso, de lo contrario existían sanciones, lo que dificultaba el libre tránsito en el espacio urbano. Al siglo siguiente a partir del cerco de La Paz y en vista que habría surgido una especie de uniforme por parte de los indígenas y Tupac Katari, se prohibió cualquier tipo de vestimenta relativa a las costumbres indígenas, lo que impulsó a la adopción de la vestimenta española y cierto grado de homogenización en la sociedad, pero al mismo tiempo les permitía tener movilidad dentro del espacio urbano. Las ordenanzas respecto a la vestimenta intentaban desprender de ciertos arraigos a la gente de origen.
Para el siglo XIX empieza a surgir la vestimenta de la chola algo que caracteriza la segmentación de la sociedad en cuanto a su economía o actividad, donde se evidencia la industrialización de los textiles y el uso de los materiales importados, también de ciertos circuitos comerciales y espacios económicos como parte del proceso de modernización, control y disciplinamiento urbano. Así, este nuevo estrato social empieza a demostrar su poder adquisitivo en su forma de vestir. En el caso de los hombres las únicas distinciones se resumirían en los rasgos indígenas, algunos materiales textiles y la riqueza de las prendas. Estos códigos de vestir establecen una jerarquización y división visual de la sociedad en cuanto a su identidad y el surgimiento de nuevas clases sociales a partir del libre mercado y el movimiento de algunas actividades económicas, así como la capacidad de comprar y portar de ciertos elementos. En esto se resalta el rol mercantil de la chola dentro del circuito urbano rural actuando como un actor bisagra en estos espacios simbólicamente divididos.
La inserción de Bolivia al comercio exterior con la posibilidad de importar, las formas de consumo han permitido que se mantenga este tipo de distinciones y la separación de las clases, esto marcaba también una cercanía con el espacio externo, la civilización y urbanidad del proyecto moderno. La necesidad de la población indígena de acceder al espacio urbano era el factor en el cual las acciones disciplinarias planteadas por Foucault funcionaban y también se reflejaba en la relación entre lo urbano y lo rural por lo cual se habría transformado su vestimenta y así poder acceder tanto al espacio urbano como a la economía.
3. El abandono del centro
Gracias a la inversión en obras de infraestructura vial y urbana, surgen barrios que estarían destinados a ciertas clases sociales como Sopocachi, San Jorge y Miraflores al sur y al norte barrios destinados a obreros y artesanos como Challapampa, la segregación del espacio se dio a pesar de la demanda poblacional, la necesidad de expansión y la capacidad de movilidad por la implementación del tranvía. La Avenida del Prado sería el lugar donde la gente demostraba la moda y la tecnología como símbolo del espacio de la modernidad en donde también se veían casas nuevas, chalets con jardines y fuentes como parte del espacio público. Para 1940 se pide ampliar las avenidas del centro a razón del incremento del tránsito vehicular. En barrios como Sopocachi, donde la expansión era más evidente se implementaron instrumentos de ordenamiento urbano como normativas de construcción y la implementación de infraestructura, en ese entonces el mercado Sopocachi era un ejemplo. Luego, a causa de la escasez de vivienda, Miraflores empieza a crecer y a planificarse con grandes avenidas y calles respondiendo a esta necesidad en donde se interviene también drásticamente en el paisaje urbano. En este escenario, cierta parte de la población busca separarse de las clases populares lo que estaría enmarcado en aspectos económicos y salubres bajo parámetro de la biopolítica como lo muestra Foucault, en el caso de La Paz sobre la discreta creación de un discurso basado a la falencia de la infraestructura y las formas de habitar espacios ajenos. La ciudad en 1940 termina dividida en 11 zonas permitiendo también la construcción de urbanizaciones privadas lo que significaría un fin para la planificación urbana como directriz de la creación del espacio urbano, seguido de una explosiva expansión de la ciudad hacia las laderas y el crecimiento no centralizado.
Conclusiones
A lo largo del texto, la construcción física del entorno urbano paceño se describe no solo desde sus características físicas, pero también desde los cambios que se generan en la población a partir de lo físico y que actúa como dispositivo de creación de espacios jerarquizados dentro de la ciudad, así como en muchas ciudades de América Latina. La división entre la ciudad blanca y la ciudad indígena es una característica de como se ha gestionado el espacio y la población, delimitando los lugares para los sujetos dentro o fuera de los muros y puentes para controlar el movimiento de la población principalmente indígena, sin embargo, al plantearse la dicotomía de los espacios de la ciudad esta no considera la carga cultural, social ni política real de la población y se la piensa desde la dominación de la colonia. Por otro lado, el espacio rural tarda tiempo en reconocerse, ya que solo se percibía como un vacío hasta la guerra federal y como aquello que se debía superar para llegar a la modernidad. Dentro de este anhelo civilizatorio, las tierras de comunidad poco a poco pasarían a formar parte de las lógicas del libre mercado para impulsar el desarrollo económico y así formar parte del progreso y la civilización. A lo largo de los elementos cartográficos, la división del espacio urbano es notable consolidando un imaginario dirigido a la segregación del territorio.
La ciudad de La Paz, post Guerra Federal busca las formas de modernizar el espacio urbano en lo que habría influido de gran manera el papel de sede de gobierno, pero sin lograr una relevancia icónica a partir de su arquitectura como lo ha tenido, lo que ha permitido que este aspecto permita la adopción de tendencias internacionales en la arquitectura, dando paso a esa lógica de ruptura con el pasado que poco a poco ha significado la adquisición de poder por tanto una ciudad para las élites liberales.
Luego, un factor determinante para el desarrollo urbano fue el establecimiento de los radios urbanos, la implementación de nuevas normativas en la configuración del espacio tanto privado como público así como el control para las formas de construcción a partir del empleo de ciertos materiales de construcción. La apertura del espacio urbano y la importancia de la movilidad también insertan al a ciudad tecnologías como el tranvía y junto con ella la transformación de la topografía a partir de obras hidráulicas y sanitarias que cambiarían el paisaje urbano y determinaría el sentido del crecimiento de la ciudad. De esta manera, los proyectos como la gran avenida y la construcción de barrios como Sopocachi y Miraflores son una respuesta a la aglomeración de las calles del centro de la ciudad a medida que resalta las jerarquizaciones que surgen de estas transformaciones
Por otro lado la medicalización de la ciudad actúa como parte de un proyecto social al incidir al interior de las casas e implementando cuerpos de desinfección que controlaban los focos de infección en función de tutelar la salud pública y la higiene de los barrios de la ciudad. Así los mecanismos de disciplinamiento transcienden el espacio público, al comportamiento de las personas llegando a la forma de vestir, la forma de habitar y a la determinación de ciertos espacios para actividades comerciales. En esto el imaginario y la identidad de la población se trasforma, superando con el tiempo las barreras antes físicamente implementadas para el control urbano y de la población. En resumen, las élites paceñas que promovían el modelo de modernidad de cierta forma mantuvo las diferencias estructurales en el espacio bajo la homogenización de la población indígena pero manteniendo la jerarquización de los sujetos en el espacio. El transcurrir de las diferentes transformaciones hizo que lo indígena se difumine a medida que las lógicas simbólicas en lo físico como los muros, puentes, la vestimenta, la materialidad (de lo que compone una cuidad) se transforme. De la historia queda presente la identificación del otro que está plasmado en esos elementos a través del imaginario urbano.
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente una posición del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz.
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